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el periodico de saltillo
Julio 2014, ed. #305


Mis sexenios (75)

José Guadalupe Robledo Guerrero.

La segunda etapa del sexenio enriquista

Para julio de 2002, meses antes de la elección intermedia de los presidentes municipales, la candidatura para la Alcaldía de Humberto Moreira, entonces Secretario de Educación Pública, estaba definida, incluso antes de que el PRI lo “destapara”.

Dos meses antes, el gobernador Enrique Martínez había “destapado” la terna de los posibles: Humberto Moreira Valdés, Miguel Arizpe Jiménez, y José María Fraustro Siller, con el fin de acotar la lista de los aspirantes, pues luego del “destape” gubernamental nadie más se atrevería a postularse como precandidato.

Era claro que los siempre conspiradores, los López del Bosque, estaban en contra de que Humberto Moreira se convirtiera en Presidente Municipal de Saltillo, pero para su desgracia ya nadie podía detenerlo, debido a que desde el sexenio montemayorista, cuando estuvo al frente del INEA, Humberto había construido una gran estructura electorera, y era seguro que si el PRI no lo hacía su candidato, HMV lanzaría su candidatura por el PRD. Los cachavotos anhelaban que eso sucediera.

Incluso se decía entre los humbertistas que la estructura electorera de Humberto Moreira había llevado a la gubernatura a Enrique Martínez, cuando el candidato oficial de Rogelio Montemayor era Jesús María Ramón Valdés. Lo cierto es que tanto Humberto Moreira Valdés como Raúl Sifuentes Guerrero fueron aliados importantes para que Enrique Martínez le ganara la interna a Montemayor y a su candidato.

Por tal razón, cuando EMM fue gobernador los premió con puestos relevantes en su gabinete, a Humberto lo nombró secretario de Educación Pública y a Raúl le dio la Secretaria de Gobierno. También les dio manos libres para que avanzaran en sus carreras políticas.
A Humberto le toleró sus desplantes de Hijo del Pueblo. Enrique permitió que Humberto se la pasara en precampaña que cumpliendo como secretario. En La Laguna sucedía algo similar. Allá Raúl Sifuentes operaba sin interferencias y hacía lo que quería, incluso imponer como candidata a la perdedora de Laura Reyes Retana

Enrique Martínez tenía dos operadores estrellas: Humberto en Saltillo y Raúl en Torreón. Esto permitió que EMM llegara a su Tercer Informe de Gobierno con todos los hilos del poder en las manos. Tradicionalmente esto sucede al cuarto año de gobierno, a dos años de su salida, tiempo suficiente para preparar la sucesión gubernamental.

Finalmente, ante la fuerza de Humberto Moreira, los López del Bosque terminaron por aceptar su candidatura, pero como siempre lo hacen, se fueron a conspirar a las catacumbas, mientras por otro lado lograban privilegios en el ayuntamiento saltillense.

En ese momento Andrés Manuel López Obrador se desempeñaba como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y era reconocido como el principal líder del PRD, incluso por encima de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Para ese momento, Humberto Moreira ya tenía su ruta crítica hacia la gubernatura, y esta ruta pasaba por la Alcaldía saltillense.

Para su Tercer Informe de Gobierno, en el escenario estatal, Enrique Martínez no tenía adversarios políticos de su nivel, el que tenía: Rogelio Montemayor se encontraba perseguido por la justicia federal por un millonario desvío.

Finalmente, Humberto Moreira sería el candidato del PRI, pero como el PAN no tenía contendiente de peso, optaron por lanzar un bulto: la señora Tomasa Vives de García Narro (con los dos apellidos de su marido, para que sepan quién es).

Para ese entonces Montemayor ya se había entregado a la justicia norteamericana, pues según él era un perseguido del gobierno de Vicente Fox. Rogelio fue acusado de desviar recursos públicos a la campaña de Francisco Labastida, candidato del PRI a la Presidencia de la República. El desvío lo realizó Montemayor cuando era director de Pemex. Según la prensa, el desvío de recursos fue por alrededor de 2,500 millones de pesos.

El objetivo de Montemayor al entregarse a la justicia norteamericana era para desactivar la supuesta persecución política en su contra, llevando al terreno judicial la acusación que le hacía el gobierno de Vicente Fox, buscando el arbitraje de la justicia estadounidense y aprovechando el sometimiento lacayuno de Fox con el gobierno de George W. Bush.

En ese tiempo estaba cerca el fin de la “administración” municipal de Óscar Pimentel González, y los resultados eran contundentes. Óscar Pimentel saldría de la Presidencia Municipal como un Alcalde corrupto, incapaz y traicionero. Se había despachado con la cuchara grande. Ya para entonces, Pimentel era conside- rado un fracaso.

Mi compañero periodista y amigo, Jorge Arturo Estrada García, en su artículo para El Periódico... de julio de 2002, dibuja con gran precisión el escenario y la imagen pública que tenía Óscar Pimentel. Aquí parte del artículo:

“El fracaso ya pesa... ¿En dónde quedó el experimentado político?... Distanciado del gobernador, despreciado por la iniciativa privada, en pugna con la clase media, exhibido por los medios de comunicación, engatusado por algunos comentaristas, peleado con sus ex amigos; Óscar sabe bien que fracasó.”

“Empeñado de ser aceptado por quienes lo desprecian, se entregó a la familia López del Bosque. Entregó el control del agua potable de Saltillo. Aceptó a los parientes torpes de la familia López del Bosque en su gabinete. Tapó los malos manejos de Manuelito (López Villarreal) el hijo de Isidro. Facilitó la expansión de los negocios de la nueva generación de los dueños del pueblo. Perdió estatura, sin darse cuenta que lo estaban midiendo y exhibiendo.”

“También gobernó con sus amigos y los de sus nefastos hermanos, muchos de ellos ineptos y deshonestos. Usaron los puestos para enriquecer- se... El gobernador Enrique Martínez tuvo que intervenir, y adquirió siete camiones para la basura de Saltillo, y Obras Públicas del Estado repavimen- tó todas la vialidades importantes de la capital.”

“En su amargura, con la loza del fracaso a cuestas, Pimentel comenta entre sus incondiciona- les, que el gobernador le escatimó apoyo, y casi lo culpa de la debacle. Sus incondicionales se dedicaron a propagar esa versión.”

“En sus estertores, Pimentel cayó tan bajo que corrió en fea forma a su funcionaria estrella, Norma Edna Martínez, quien fue incrustada para darle una pátina de decencia al extraño grupo de colaboradores, fue orillada a renunciar.... Ya separada del cargo, Pimentel le filtró a uno de sus protegidos, que escribe para un periódico regiomontano, datos para desprestigiar a Norma Edna. Le mandó decir incapaz, frívola, déspota y poco honesta... La descalificación era torpe, innecesaria e inoportuna.”

“Ahora Óscar Pimentel está manchado. No sólo se duda de su honestidad, también queda en duda su capacidad. Y lo peor, se duda hasta de su inteligencia.”

Hasta aquí Jorge Arturo Estrada, quien ya señalaba los principales errores de Pimentel, cuando aún no se conocía la enorme corrupción que instauró Óscar Pimentel y su grupo en la Presidencia Municipal de Saltillo. Pero el derechista de Pimentel, ya planeaba el asalto a la próxima dependencia que EMM pondría a su encargo: La Secretaría de Educación Pública. Y es que Pimentel, según se decía, tenía a su favor la recomendación de la dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo, ahora encarcelada por los delitos de lavado de dinero y delincuencia organizada.

Otro de mis amigos y compañero, el periodista Arturo Rodríguez García, también daría su punto de vista sobre la agónica “administración” de Óscar Pimentel. Aquí algunas reflexiones tomadas de su artículo en El Periódico...

“... Es el pleno cierre de la administración de Óscar Pimentel, que a cinco meses de concluir su periodo, se encuentra en situación lastimosa... Con la frustración de no poder ser diputado local, Óscar difunde rumores sobre una diputación fe- deral el próximo año, como la fórmula para conseguir la ambición casi imposible, de convertirse en precandidato a la sucesión estatal del 2005.”

“Sin embargo, no parece darse cuenta que a partir de hoy cosechará el producto de su siembra de tres años. La caída inició con las renuncias de funcionarios vinculados a las familias adineradas de la ciudad. Primero fue Norma Edna Martínez, luego Javier Cabello, después Fernando Gutiérrez. Los motivos fueron en apariencia variados, pero con el común de desligarse de Óscar, de sus intereses y de su gobierno.”

“La salida más estrepitosa fue la Norma Edna. Finalmente se dio cuenta de la perversa intención del Alcalde que la puso en la Dirección de Servicios primarios, para deteriorar el sistema de limpieza y luego privatizarlo, y cuando todo saliera mal culparla de incapacidad.”

“Javier Cabello anunció su retiro del patronato de la carrera 21 K, sin ofrecer una causa coherente. Sin embargo, existen sospechas de que los recursos de la carrera no estaban sujetos a revisión desde que la organización corría por cuenta de la Secretaria de Educación Pública de Coahuila, por lo que se suponen malos manejos en los que Cabello Siller no quiso verse involucrado.”

“Pero la más sospechosa fue la de Fernando Gutiérrez, vástago del Alcalde ramosarizpense y parte del grupo de “La Coneja” Alejandro Gutiérrez. Aunque las versiones se contradicen, la más conocida es que el joven funcionario, cansado de las peripecias que le provocaban las corruptelas y favoritismos del Alcalde, profirió un exabrupto en una francachela celebrada en casa de Jorge Torres López, y su destitución no esperó más de dos días.”

“...muchos de los conflictos que afronta Pimentel tienen su origen en sus colaboradores, ya que los aliados, amigos y socios del Alcalde lo empiezan a dejar solo, pues nadie quiere hundirse con él. Aún así, Óscar y sus allegados prosiguen en saqueos, borracheras y truculencias cada vez más aceleradas.”

“Desde un principio se supo que su relación con el gobernador sería complicada, más no insuperable. Pero Pimentel resultó torpe e intrigoso. En sus francachelas responsabiliza a Enrique Martínez de su fracaso, porque según él, no lo apoyó.”

“Por eso la nueva ocurrencia de Pimentel sobre su incursión como diputado federal el próximo año resulta inverosímil, porque Óscar se quedó solo, despotricando contra el gobernador y sin el respaldo de Montemayor, quien también se encuentra en una difícil situación.”

“Pero Óscar está obsesionado con el poder, seguramente porque hasta ahora no han salido a flote los pormenores de sus malos manejos... Es fácil identificar los asuntos delicados. El tema de la privatización del agua es fundamental; además en las concesiones apadrinadas, en los favoritismos y en el tráfico de influencias asoma la corrupción en casi todas las áreas de la estructura municipal”.

Por estos días, el papa Juan Pablo II hizo un viaje a América con dos objetivos fundamen- tales: 1.- Defender del escándalo sexual a la infini- dad de pedófilos, pederastas y homosexuales que pululan en los templos católicos disfrazados de sacerdotes y de jerarcas eclesiásticos. 2.- apuntalar el poder económico y político que ha logrado la “nomenklatura” del Vaticano en nuestro país y en la América latina.

El pretexto para venir a México fue la canonización de Juan Diego, un indígena que nunca existió, quien como la mayoría de “santos” fueron una invención de los estrategas de la iglesia católica. La fiesta en México fue en grande, los objetivos lo merecían, y todos: prensa, gobierno, grupos reaccionarios y ultraderechistas se involu-craron en el circo distractor. Por su parte, Juan Pablo II dio a conocer su deteriorada salud, hasta parecía un muerto viviente. Pero así lo traían por el mundo para comerciar con su figura.

La visita a México de Juan Pablo II merecía la pena, pues México es el principal bastión de la iglesia católica en América, donde el catolicismo tiene el 80 por ciento de la feligresía católica.

En agosto de 2002 entrevisté para El Periódico... a mi amigo y compañero de luchas juveniles Jaime Martínez Veloz, quien semanas antes había renunciado al PRI para afiliarse al PRD. Ese sería el tema de nuestra plática.

En la entrevista, Jaime aseguró que: “Mi ingreso al PRI fue un pacto, y cuando ya no sirvió tenía que renovarse o romperse”. Según Martínez Veloz: “Hay gente en el PRI que nada tiene que hacer en ese partido”.

Sin tapujos fue claro en cuanto a su renuncia al PRI: “Lo que derramó el vaso fueron las acciones que realizaron para que ganara Roberto Madrazo”. Era obvio que Martínez Veloz simpatizaba con sus amigos: Beatriz Paredes y Javier Guerrero, quienes integraban una de las fórmulas que pretendía dirigir los destinos del PRI nacional. Para Martínez Veloz, “Beatriz es la expresión más genuina del priismo ideológico. Es una personalidad que conoce a profundidad el mayor número de temas del Estado. La Beatriz que yo conozco está metida en la política y no en los negocios, y con Madrazo es a la inversa”

“Finalmente, argumenta, ni yo tenía más que darle al PRI, ni el PRI tenía nada que darme a mí.” Y aclara: “No salí peleado con el PRI, ni renuncié a mi amistad con los priistas”. Martínez Veloz mostró su respeto por la inteligencia y por sus ex compañeros priistas al señalar que: “Es mentira que los 71 años de gobierno priista fueron todos malos.”

Jaime insiste que “En la democracia que vivimos cuenta más el dinero que las ideas.”, y apuntó hacia los errores de la izquierda, que según él son básicamente dos: “La cultura de la sospecha y la descalificación de todo.” Y no olvidaría mencionar a los más marginados de México: “Los indígenas han pagado el costo social de la marginación.”

Al final reconoció: “Falta mucho para que un obrero, un campesino o un colono -por su capacidad- llegue a ser representante popular.”

(Continuará).
La segunda etapa del sexenio enriquista...



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